domingo, 30 de octubre de 2011

LA CASA (Parte 1)

Estoy un poco desaparecida del blog, no me fui de viaje (el Himalaya puede esperar), ni ando haciendo turismo médico (por suerte, luego de un pronóstico dudoso, los análisis cantaron a mi favor y logre el alta médica). Lo que ocurre es que sigo con los arreglos de la casa, y esta tarea, me ha alejado de mis ratos de ocio.

Terminado el tema techos y subsanados los inconvenientes surgidos de la perforación del caño, le toco el turno al colocador de cerámica, algo así como el Miguel Angel de las baldosas. Descendido desde el altiplano boliviano, hacia las tierras bajas del sur, este digno hijo de la Pacha-mama, posee el don de transformar el simple oficio de ceramista, en un arte donde se conjugan la geometría sagrada y el calculo matemático.

Me puse muy feliz, cuando por fin, luego de varios intentos fallidos de contar con su presencia, pudo encontrar un lugarcito en su ajustada agenda, para presupuestar y organizar el trabajo de la mejor manera posible, ya que esta tarea se complica cuando se realiza en una casa habitada.

Comienza la odisea:
No solo había que ir desocupando los ambientes sino que también retirar una gastada alfombra que nos había mantenido a resguardo del frío cemento. Me la imagine muy fácil ya que contaba con la ayuda de mi familia, pero por esas casualidades que pasan, todos tenían actividades mas importantes que ayudarme. Hice tripa corazón y le metí para adelante, desarme camas, escritorios y aproveche la volada para ir tirando lo que a mi parecer era “juntadero de porquerías” y que luego desato un drama, tipo culebrón venezolano, por parte de las defensoras del : “ordenaré todo la semana que viene”, o sea mis chancletas.

Apile y amontone muebles en ambientes que parecían reventar por la presión, pero el colocador era rápido y había que moverse a su ritmo, y al de la cumbia boliviana que sonaba gangosa y estridente desde un viejo celular, de aquí para allá corriendo y deslizando sin prestar atención a un cuerpo que rogaba por un mullido colchón. Desarmaba un día y armaba al siguiente para poder avanzar lo mas rapido posible, así fue por una semana. Cuando por fin la etapa fue terminada, me deje caer sobre un sillón y tome conciencia del significado de la palabra dolor en su máxima y mas pura expresión: Hayyyyyyyy!!!!

domingo, 23 de octubre de 2011

NOCHE INOLVIDABLE

Son las dos palabras que se me ocurren, con una resaca (no de alcohol, sino de alegría) de una noche para mi, sin precedentes en esta etapa de mi vida, y puedo decir: cumplí un sueño: Fui al recital de Rod Stewart, vibré, salté y quedé tan ronca como él, haciéndole de segunda voz junto con un estadio lleno de chicas y chicos del 60 y pico, también estaban los mas jóvenes, pero, “El” Rod es nuestro.

Toda una experiencia, ya que abandoné los tours de conciertos hace años. Mi hermana se encargó de comprar las entradas, como todo recital, el costo de las mismas es bastante abultado, entonces nos disfrazamos de pendex y compramos dos “campos”.

Llegamos cuatro horas antes para poder estar lo mas adelante posible, hacía frío, estaba nublado, parecía otoño avanzado y no una tarde de octubre, pero estábamos contentas y abrigadas, pudimos elegir el lugar, la valla ya estaba completa, ocupada por los mas tempraneros que sentados demarcaba el lugar como propio, nos ubicamos detrás de una pareja de adolescentes, sabíamos que sería difícil mantener el lugar llegada la hora cero, pero estábamos dispuestas a defender nuestro sitio con uñas, dientes y caderazos. Al cabo de una hora comienza hacerse fluido el ingreso a “campo”, detrás mio se ubican dos señoras elegantes, vestidas como para ir a un te canasta; era cómico ver, mientras charlaban, como iban ganando espacio hacia la valla, faltaba poco para el inicio y ya tenía a una pegada a mi hombro y pisándole la zapatilla a una chica delante de ellas.

Los que se habían gastado entre seis y diez violetas, eran acomodados prolijamente en las sillas, delante nuestro, mas de uno, aburridos de estar sentado (yo llevaba dos horas y media parada), sacaban fotos hacia el tumulto del campo, en ese momento me sentí como en la tercera clase del Titanic. Pero nada borraría mi alegría, ni siquiera esa mirada sobradora de los V.I.P.

Se hablaba de una banda soporte, pero como mi sueño era ver “al Rod”, no averigüe quien sería. A las 20 horas se apagan las luces y los guardianes de las vallas (esos que habían estado cuidándola celosamente) se ponen de pie, entre ellos la parejita de adolescentes delante nuestro, el novio resultó ser un pichón de mamut, con poco mas de un metro noventa, la put.. que los par...., pensé: hermano avisa que sos inspector de nubes, dejate de joder!!!, lo abuchearon bastante ya que tenia espalda para robarle la visión a muchos, pero ya nos acomodaríamos, si es que las señoras paquetas dejaban de empujar un rato.

Para mi grata sorpresa, la banda soporte resulto ser Miguel Mateos, a quien debo reconocer deje de seguir hace años, por una cuestión de que forma parte de mi tesoro adolescente. Levantó a todo el estadio con “Perdiendo el control” cuyo estribillo se debe haber escuchado hasta la Quiaca y “Va por vos”, gritando y saltando como en mi adolescencia, fueron 45 minutos de un Miguel Mateos fantástico.

Exactamente a las 21 horas, empezamos todos hacer barullo, seguramente muchos pensamos que la estrella de la noche se haría rogar, pero no nos defraudó y tan esplendido como siempre apareció con un deslumbrante saco amarillo brillante, apenas pasadas las 21. Mis chancletas se habrían sorprendido de ver a su madre gritar y zapatear como loca, delante de ese fiel compañero de mis mañanas musicales.

Cantó muchos temas “moviditos” de los viejos, los clásicos, los melosos, pero me quede con ganas de alguna balada y si hubiera podido pedir hubiese sido: "Moon River". Completo, variado, nos hizo bailar lindo, emocionarnos, y saltar como sapos cuando en el bis cantó: “Crees que soy sexy”.  Si, con 6o y pico aun se ve muy sexy!.


viernes, 7 de octubre de 2011

HOY: FESTEJO

Hoy es un día especial:
Mi chancleta del medio cumple 15 años, y en mi cabeza se entremezclan los recuerdos, las emociones y no me privo de dejar correr algunas lágrimas.