domingo, 20 de enero de 2013

DAR LA CARA


Ya han pasado más de dos años desde que se me dio por despotricar contra el mundo, la familia y mi karma en este blog.

Es fácil escribir boludeces sin dar la cara, mostrando en el perfil una caricatura, pero esto no pasó por querer estar “oculta”, sino por culpa de las cámaras digitales.
Y acá va mi viajecito al pasado:

Mi viejo, gustaba mucho de la fotografía, por aquel entonces las cámaras funcionaban a rollo, no tenían baterías y los objetivos eran muy amables con una. Se buscaba “eternizar” gratos momentos con familia y amigos, viajes, etc. Había tiempo de sobra para sacarse los anteojos, acomodarse el pelo, la ropa y hasta para ensayar una linda sonrisa mientras el fotógrafo gritaba: "che, mas juntos que no entran". Ahora llevan las camaritas a todas partes y cualquier escrache es digno de darse a conocer al mundo entero, y si no entran le mandan "panorámica" o "360" y listo.

Después, venía el proceso de volver a colocar la película en su estuche, las cámaras traían una pequeña palanquita que se hacía girar hasta que toda la película quedaba encerradita y apartada de la luz, para llevarla a revelar a la casa de fotografía, proceso que duraba varios días y no era barato, este dato es importante ya que uno debía elegir bien que fotografiar.

Luego, las fotografías impresas en papel, eran guardadas como preciados trofeos en álbumes, para ser mostradas en ocasiones especiales.

Pero aparecieron ellas, las digitales (las guachas, bah!), prácticas, compactas, con pantallita y un monton de funciones que jamas se usan, con memoria para guardar lo bueno y lo malo. Todo el mundo boludeaba (y aún boludea) con las camaritas, tratando de sorprender a algún distraído, o practicar la muy popular “autofoto” que tiene por objetivo ganar la mayor cantidad posible de "I like" en el "Face".

Noté que con estos bichos electrónicos ya no era fotogénica, por mas que me esforzaba, en todas las fotos salía peor que la del DNI. La lente se convirtió en mi enemiga número uno, muecas, un ojo cerrado, demasiado arrugada, muy gorda, petisa retacona; pero nunca bien, ni siquiera levemente bien. Arruine las fotos de 15 (y no exagero) de una de mis chancletas, por culpa del fotógrafo y sus “tomas espontáneas”. No tuvo en cuenta que una señora de mi porte necesita unos minutos de preparación.

Así que decidí borrar mi imagen de todas partes, aprendí a esquivar el “click” y si alguna vez me sorprendían, la imagen era borrada inmediatamente, luego de soportar las carcajadas de las chancletas.

Este verano, me tomaron una, donde me dieron tiempo a esconder los anteojos, meter panza y posar..... entonces me animé a dar la cara.




lunes, 7 de enero de 2013

ARRANCANDO CON EL PIE DERECHO


Como dice el viejo proverbio criollo: año nuevo vida nueva. El 2012 pegó como latigazo y me abatató un poquito, cambie de terapia, deje la compu, y le sacudí las telarañas a la vieja maquina de coser,  me puse a hacer sábanas, fundas y unos cuantos almohadones. 

Cuando ya comenzaba a escasear el espacio sobre las camas de las chancletas (demasiados almohadones), se me dio por hacer alfombras de totora (esas tiritas de telas que los fabricantes de ropa tiran a la basura y algún “mente rápida” acondicionó en prolijos ovillos y se hizo la América cuando se pusieron de moda); ya estoy terminando la segunda y todavía falta una mas,  en casa todo es por tres o múltiplo de tres, las chancletas no me perdonan una y eso que ya están creciditas.

Pero bueno todo año jodidamente oscuro tiene su rayito de sol y la Joya nos hizo un regalo en diciembre, todavía no sabemos si fue por que se hizo largo y agotador, o especuló con las profecías Mayas de que el mundo se iba a la mierda el 21 de diciembre, la cuestión es que ese mismo día iniciamos un viaje inolvidable (aunque te cueste creerlo, a veces me pasan cosas lindas) un crucero recorriendo la costa de Brasil. 

Durante dos semanas fui atendida como reina, alimentada como mastodonte, hidratada con los mas exquisitos elixires y entregada a los brazos de Febo. Descubrí lugares paradisíacos, remojé mis articulaciones en aguas cálidas y tranquilas, conocí personas maravillosas y pude despedir el año, junto a mi familia, con una fiesta increíble.

Y casi sin darme cuenta la pesada mochila del 2012 había desaparecido, se borraron las penas, se curaron los achaques, retorno el optimismo y los 47 se sintieron como de 23 y medio.