sábado, 22 de marzo de 2014

FIEBRE DE SABADO POR LA NOCHE

Después de una semana ajetreada, mis chancletas comienzan a "desconectarse" el viernes por la noche con alguna salida tranqui, para la mas chica alguna reunión de amigas; no digo pijamada por que ya está crecidita, pero es algo parecido, salvo que en vez de ver la trilogía de "Toy Story"  masticando sin cesar pochoclo, "facebookean" y "Twittean" hasta que las primeras luces de la mañana aparecen, obviamente acompañado por el interminable cotorreo, lo que suele convertir, para mi, la noche en un auténtico aquelarre. La del medio prefiere hacer presencia en "Burger" con amigos y la mayor ya se presentó como socia vitalicia de un bar de la zona de Palermo llamado "El Álamo" donde tiene asistencia perfecta.

Pero el día, o mejor dicho la noche mas complicada es la del sábado, ya durante la tarde, mis centros energéticos comienzan a entrecruzarse y mi "kundalini" se convierte en un aparatoso nudo celta. Arrancamos con el famoso "que me pongo", para seguir con el típico "esto no te lo presto" y terminar con el agotador "maaa.... no tengo que ponerme".

La chancleta mayor, cansada de ver como las otras dos "saqueaban" su placard, decidió poner llave en su ausencia, la cual queda a mi cuidado.

Las dos menores a pesar de ser casi iguales en altura y peso distan una galaxia y media en cuanto a estilos, la menor abandonó su estilo hippie para meterse de lleno en "star" como si algo le faltara si no se pone brillos y la del medio paso de "Star" a estilo casual.

Entonces comienza en eterno ir y venir de una habitación a la otra, yo escucho el taconeo imparable desde la cocina (justo debajo de las habitaciones) y arranca el show.

Cuando hicimos las refacciones a la casa, se me paso por alto hacer las habitaciones "insonorizadas" con vidrios blindados, vivir en el centro de la manzana tiene ventajas, pero una de las contras en que es muy fácil convertirse en el culebrón del barrio.

Pero volviendo a las chancletas; al principio hurguetean entre sus ropas, al mismo modo que liquidación de temporada, mientras van descartando van tirando sobre la cama, entonces comienza el tour de un lado al otro a ver que encuentran y en cuanto hallan el "tesoro" buscado, viene la negociación, la discusión y en algunos caso el forcejeo, acompañado de un "esto me lo pongo yo".

Luego viene la pelea por el baño, por los cosméticos, por la "planchita" hasta que llega la hora de la partida, para la cual, la que suscribe ya tiene una contractura que abarca cuello y espada, y unas piernas dignas de una fisicoculturista, de tantas subidas y bajadas para tratar de poner orden y paz.

De pronto llega la calma, el silencio, la paz; los gatitos y el perro intentarán pelearse un rato mas, pero el sueño no se hace esperar y la casa es inundada por una oleada de tranquilidad y silencio, algo que mis oídos agradecen (y los vecinos también).


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